Boom de la tecnologia

Significado del boom tecnológico
Boom Technology, Inc. (nombre comercial Boom Supersonic) es una empresa estadounidense que está diseñando un avión supersónico de Mach 1,7 (1.000 kn; 1.800 km/h) con capacidad para 65-88 pasajeros. Bautizado como Boom Overture, está previsto que el avión tenga una autonomía de 4.250 millas náuticas (7.870 km) y que se presente en 2025.
Tras ser incubada por Y Combinator en 2016, Boom Technology recaudó 51 millones de dólares de capital riesgo en 2017, y 100 millones de dólares en enero de 2019. Se espera que el demostrador a escala de un tercio del Boom XB-1 Baby Boom comience las pruebas de vuelo en 2022[2].
El XB-1 Baby Boom es un demostrador supersónico a escala de un tercio, diseñado para mantener Mach 2,2, con más de 1.000 millas náuticas (1.900 km) de alcance, y propulsado por tres aviones General Electric J85-15 de 19 kN (4.300 lbf) en seco[10].
Con 500 rutas viables, Boom sugiere que podría haber un mercado para 1.000 aviones supersónicos con tarifas de clase ejecutiva[6]. Había reunido 76 compromisos en diciembre de 2017[5]. Decidió utilizar la configuración de ala delta del Concorde[14] y hacer uso de materiales compuestos[5]. Debe estar propulsado por tres motores turbofan secos de 15.000-20.000 lbf (67-89 kN)[5]. En 2019 debía seleccionarse un derivado o un diseño de hoja limpia[15].
Obertura Boom
Desde cualquier punto de vista, la economía estadounidense ha funcionado extraordinariamente bien durante los últimos años. La inflación ha sido baja y relativamente estable. La tasa de desempleo ha rondado el 4%, un nivel que no se había visto en una generación. Sin embargo, lo más destacable es que la productividad del trabajo -la producción de bienes y servicios dividida por las horas de trabajo necesarias para generarlos- ha crecido a un ritmo anual del 3% desde 1995, un ritmo que, de continuar, permitirá duplicar el nivel de vida del trabajador medio estadounidense en sólo 25 años. Este crecimiento supera con creces la tasa anual del 1,4% registrada entre 1973 y 1995 y es incluso superior a la tasa de crecimiento de aproximadamente el 2,5% alcanzada desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta 1973, un periodo denominado por muchos economistas como la “edad de oro” de los resultados económicos estadounidenses. Lo más destacable de la productividad posterior a 1995 es que se ha disparado mientras los mercados laborales han estado tensos, o sea, precisamente el momento en que los economistas habrían esperado que el crecimiento se ralentizara al contratar las empresas a los trabajadores menos productivos. Todo lo contrario ha sucedido durante esta expansión, la más larga de la historia del país, que -aunque se está ralentizando en el momento de escribir este artículo- no muestra signos de terminar, a pesar de la reciente agitación en Oriente Medio y la volatilidad en los mercados de capitales.
Boom tecnológico 2000
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Históricamente, el boom de las puntocom puede considerarse similar a otros auges del pasado inspirados en la tecnología, como el de los ferrocarriles en la década de 1840, el de los automóviles a principios del siglo XX, el de la radio en la década de 1920, el de la televisión en la década de 1940, el de la electrónica de transistores en la década de 1950, el de los ordenadores de tiempo compartido en la década de 1960 y el de los ordenadores domésticos y la biotecnología en la década de 1980.
Los bajos tipos de interés de 1998-99 facilitaron el aumento de las empresas de nueva creación. Aunque algunos de estos nuevos empresarios tenían planes realistas y capacidad administrativa, la mayoría de ellos carecían de estas características, pero pudieron vender sus ideas a los inversores gracias a la novedad del concepto punto-com.
El boom tecnológico de los años 90
Las burbujas de los mercados financieros son recordatorios recurrentes, a menudo dolorosos, de los costes y beneficios del capitalismo. Aunque muchos libros han estudiado las manías y las crisis financieras, la mayoría no comparan las épocas de agitación con las de estabilidad. En Bubbles and Crashes, Brent Goldfarb y David A. Kirsch nos ofrecen nuevas perspectivas sobre las causas de los auges y desplomes especulativos. Identifican una clase de activos -las grandes innovaciones tecnológicas- que pueden, pero no necesariamente, producir burbujas. Este giro metodológico es esencial: Sólo comparando sucesos similares que a veces dan lugar a auges y desplomes podemos determinar las causas fundamentales de las burbujas. Utilizando una muestra de ochenta y ocho tecnologías que abarcan 150 años, Goldfarb y Kirsch descubren que hay cuatro factores que desempeñan un papel clave en estos episodios: el grado de incertidumbre que rodea a una innovación concreta, la presencia atenta de inversores novatos, la oportunidad de invertir directamente en empresas especializadas en la tecnología y el hecho de que una tecnología sea o no una buena protagonista de una narrativa. Goldfarb y Kirsch consideran las implicaciones de su análisis para las burbujas tecnológicas que pueden estar en marcha hoy en día, ofrecen herramientas para que los inversores identifiquen si se está produciendo una burbuja y proponen medidas políticas que pueden mitigar los riesgos asociados a futuros episodios especulativos.